lunes, 10 de octubre de 2011

La locura de los 511.

Salir corriendo, en una gran ciudad no es fácil. Hay medios pero no hay tiempo y la ley de "causa-efecto" no funciona como debería.
Sales del colegio corriendo, con el corazón a 100 por hora, 511 solo eso te dices.
El viaje, increible: el atardecer rosa más bonito del mundo, las luces más brillantes, la silueta de las montañas como si fuera un maldito dibujo, las dos peores películas vistas con más gusto...
La última hora y media, era pensar en lo que iba a llegar y sentirme la chica más feliz del universo.

Llegué, el frío insoportable y las ganas infinitas...
Esas caras de sorpresa, eso, no podría describirlo ni en cien años, creo que nadie podría, solo digo una cosa: mereció la pena.
La noche, disfrutas, te ríes, tienes miedo, sigues disfrutando, pasas más frío, no piensas en nada, solo piensas en querer...

"Como decirte, que me has ganado poquito a poco"


Vuelves, dejas lo que quieres ahí, atrás...
Es increíble la añoranza, no sabes si volver corriendo, se te pasan miles de locuras por la cabeza, locuras que sabes que serías capaz de hacer, como la locura de quererte así.
Ante todo, mereció la pena.

                             Nada más dulce, nada tan normal como el sabor del algodón, dulce, como esa sensación...


                             Ese buen sabor de boca, que te hace volver una y cien mil veces más ...
 Y no me cansaría, por cien vidas que viviese, de levantarme por la mañana y ver este paisaje, por lo menos una vez al mes.
                                                                .ADRENALINA.

El último billete: asiento número 9. Algo de especial 
tiene que tener este número, pensé.                             
Y así fue, tan especial como si metes en una bolsita 
todas las cosas que te hacen sentir bien, la agitas    
y metes la mano, con total confianza, sabiendo que 
sea lo que sea lo que salga de ahí va a hacerte feliz.
Eso fue, todo lo que pasó. 















                                                                 Llegar a Madrid, ver la Catedral de la  Almudena ,sonreír muriéndote por dentro.
                                                             Con la cara radiante, la piel tersa, el frío del norte,
                                                                la sonrisa increible, de esas de las de verdad,
                de las que salen de donde vienen las sonrisas


       Y ahora solo pienso en no pensar, 
   en ese momento en el que me hubiera
gustado darme la vuelta, salir corriendo,
mirarte y decir: gracias, abrazarte y que 
el tiempo se pare, solo cuando esté a 511
Mientras, que pase rápido, tan rápido que 
solo vea líneas, y tener un botón rojo, por si
      quiero parar un poco, de momento... 
que el tiempo se escurra entre mis dedos.

                 "Una gata sin colmillos y una princesa de fucsia y negro"
                              Que paradójico.













Paula 511.

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