miércoles, 2 de noviembre de 2011

Hoy.

Lo que quieras tú.
Claramente te quiero a ti, me enfado conmigo por quererte, con el mundo porque no estés, con mi forma de ser caprichosa, que se que hace que esto me cueste aun más, que hace que no sea solo quererte si no necesitarte, como una necesidad primaria. Me enfado también con mi vena competitiva, que siempre pierde contigo, aunque se que gano, pero cada vez que gano un te quiero, pierdo la batalla un poquito más... La batalla, la lucha por querer menos.



La lluvia trae recuerdos amargos, días de frío, sábados bajo tu chaqueta y canciones de amor que te ponen un nudo en la garganta. Me trae descontrolada, rota, descolocada, fuera de mi, me cuesta hasta pensar en ejemplos sencillos de matemáticas, me cuesta dejar de reír cuando me apetece porque se que luego va a costarme que vuelva a salir, y reír alarga la vida, no puedo perder esas oportunidades.

Saldrá el sol después de unos días Madrid mojada cada vez supera mejor el caos, pero mi cabeza esta asimilando aun que a las siete y media de la tarde sea de noche, es difícil.
El reloj biológico no ha atrasado esa hora, la tengo ahí reservada para pasarla contigo, algún día.

Nada, aquí antes de llover no huele a barro mojado como allí, huele a asfalto húmedo y a contaminación que se escurre por las alcantarillas, cae en el Manzanares y vuelve a subir a las nubes, para caer y matarnos un poco más...
Madrid mata, pero me gusta esa forma de matar que tiene, es dulce, agitada, divertida, te deja olvidar, perderte, ahogarte, mirar las gotitas de agua como se resvalan por el cristal del autobús, te enciende miles de luces, que te preparan para el camino: el que tú elijas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario