martes, 22 de noviembre de 2011

7 pecados

Hoy me he dado cuenta de una cosa, las peores virtudes pueden siempre camuflarse.
Los mismísimos siete pecados capitales pueden esconderse.
 - La soberbia puede ocultarse con una gran sonrisa-

 - La avaricia puede contenerse a vista de cualquiera-
 - La mujer más delgada, más esbelta y más elegante, se ha manchado alguna vez las manos de chocolate-
 - La ira, no siempre es visible, la sangre sabe subir de temperatura-

- La lujuria, quién puede resistirse a ella... siempre hay alguien que te incita a caer en la trampa-

 - Todos alguna vez hemos sentido envidia, aunque sea de los pájaros.-

- Y quién no ha sido perezoso, cuando las sábanas te atrapan como un ser superior a nosotros-

Todos hemos cometido cada uno de estos pecados y si no los cometeremos algún día, porque estamos predestinados a hacerlo, por lo que tenemos aprendido, lo que tenemos como modelo, como patrón, como referente...
El problema es que esto no se ve siempre.
La lujuria en una mujer la oculta a vista de su inocente padre un buen vestido rosa de cuello alto.
La gula la esconde la oscuridad de la noche.
La envidia la tapan las falsas alabanzas...
La pereza, es algo tan humano...
La ira se contiene, o sale con quien no tiene que salir.
La avaricia no siempre rompe el saco, a veces se esconde en un gran saco bajo la cama.
Y la soberbia, la soberbia la ocultan los que se tapan  los oidos, hacen que escuchan y en el fondo cantan una canción en su mente.



Pero en realidad, la sociedad es estúpida. Caer en los siete pecados capitales merece ser premiado, en cierto modo. Y no por el hecho de cometerlo sino por la razón de contarlo, de ser sinceros, de no hacernos los inocentes, los buenos y dejar que las cosas sucedan así, sin más.
Las princesas de los cuentos de cuando eramos pequeños eran mentirosas, descaradas, comilonas, se besaban con los hombres más hermosos de la historia.. pero las veíamos como seres perfectos magnificados.
¿Por qué? Una cara blanca, los labios sonrosados, una forma de andar suave, pisando flojo, sin hacer ruido, una sonrisa poco ruidosa, un vestido largo, unos ojitos brillantes, un pelo peinado, sin un mechón suelto, sin nada sensual, pero a la vez insinuante.
Eso era lo que hacía que los siete pecados capitales se escondieran bajo sus vestidos y todos fueramos felices y comiéramos perdices.
Pero claro, ahora las cosas son un poco diferentes. Podemos descifrar todas las historias de Disney, una a una, viendo un doble o incluso triple sentido.
Nada es lo que parece, todos somos iguales. Las piedras acaban siendo arena y la arena acaba siendo roca.
Estamos hechos de la misma materia, no hay gente dura ni blanda. Aqui el orden si altera el producto.



Paula. 

PD: si me tapo los oídos no canto canciones, solo escucho más bajo una voz que no es la mía. Paso a paso.

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